viernes, 15 de julio de 2011

Decide


Miles de personas tendran miles de cosas que decir.


El Fin De Los Tiempos (FAIL)

Me sente el otro dia, de esos dias ociosos los que hasta llegamos a pensar en cosas como el fin del mundo...y pense en el fin del mundo; mejor dicho el fin de la humanidad (evitemos el egoismo de pensar que el mundo se acabara junto con nosotros).

Me di cuenta de lo arrogantes que somos. Somos arrogantes incluso al pensar en el fin de la humanidad porque muy a conveniencia lo imaginamos como el final de los tiempos; abrupto. Queremos y tendemos a pensar que un dia simplemente nos vamos a morir todos juntos; y le queremos poner fecha. Tan solo a los dinosaurios tomó más de 10 millones de años desaparecer del planeta (dicen que el último murió de soledad), ¿Por qué habría de tomarnos menos a nosotros?

Supongo que un día todo esto se acabará, y supongo que no puedo perder la esperanza de ser uno de esos pocos que se salvará del apocalipsis. Pero no se por qué presiento que cualquier dia de estos va temblar, un volcán hará erupción, un tsunami golpeará nuestras costas, la lluvia acida acabara con nuestras parcelas, o cualquier otro paquete de catastrofes se nos va juntar; vamos a pensar que es el fin del mundo,vamos a robarle al vecino, a escupirle al Presidente, vamos a coger todos con todos, a decir lo que no nos atreviamos a decir y hacer lo que no nos atreviamos a hacer....y al siguiente dia nos vamos a ver las caras con verguenza al darnos cuenta que no, siempre no era el fin del mundo.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un Baño De Sueños

Tactactac tactac tactactactac...El golpeteo de las teclas del ordenador se escuchaba como un martilleo que hacía eco constante en su cabeza, lejano, cada vez más, y poco a poco su mente se iba alejando del lugar en donde se encontraba su cuerpo y aunque sus signos vitales seguían funcionando, él ya no estaba allí. Los latidos de su corazón cada vez más lentos, sus músculos inertes, difícilmente sostenía la cabeza erguida, el brillo de las pantallas era ya tan solo un tenue resplandor que se filtraba por sus ojos entreabiertos; ya estaba en otro lugar.

Era la plena hora del bullicio, del ir y venir, del intenso sonar de los teléfonos, escuchaba las risillas discimuladas de quien lo veía flotante y con los ojos cerrados frente al computador pero su inconsciente ya se encontraba varios viajes astrales mas allá de la realidad. Pensamientos invadían su espacio semi-consciente bombardeando con imágenes y situaciones sin sentido que sin embargo parecían más reales que la propia realidad y esta a su vez se diluía en un enjambre de realidades y su respiración se volvía cada vez más y más profunda, más y más marcada, de ritmo lento, constante y su mente allá lejos, lejos, lejos, perdida en un tiempo sin espacio, conversando con seres inexistentes, descubriendo que puede volar, que siempre ha podido volar, desafiando las leyes del universo.

De pronto, el azotar de una puerta le recordó que no estaba allá, sino que estaba aquí, y que se había olvidado que su cuerpo aun yacia sentado, reclinado sobre esa incomoda silla de oficina por la que su jefe pagó cuatrocientos dólares para mantenerlo despierto y que por mas incomoda que es no le impidió cerrar los ojos y pensar que no existe el presente. De golpe cayó de aquel universo paralelo y de golpe explotaron sus párpados para abrirse de nuevo a la realidad de las líneas, puntos y letras que esperaban pacientes en su pantalla a que el logre darles un poco de sentido. El corazón, que engañado se pensó a si mismo relevado de sus deberes, vuelve rápido a su ritmo de oficina con latidos bruscos que se pueden escuchar desde lejos; el resto del cuerpo aun torpe, tembloroso, no sabe lo que pasa, si va o viene, si sube o baja, si descansa o trabaja.

En este punto él lo sabe, ha perdido la batalla. Se sentía envuelto en un remolino, cada pestañeo era una batalla librada, cada bocanada de aire parecía que llevárselo más lejos.  No había otra opción, tenía que terminar con su ineludible somnolencia y solo había una solución. El camino era largo, arrastraba los pies sobre la alfombra y sus pasos parecían nunca ser suficientes, como si aquella puerta se alejara con cada paso que daba.

Después del largo y oscuro pasillo que lleva hasta la puerta se detiene frente a ella, con dos dedos empuja aquel pesado portón, a tientas enciende la luz y entra. La intensa luz fluorescente lo ciega, con el ojo izquierdo a medio cerrar se asegura de poner el seguro a la puerta y dando poca importancia a la cercanía del retrete y lo frio de la loseta se reclina sobre el suelo adoptando posición fetal. Y ahí, con la cabeza apoyada sobre un suave rollo de papel sanitario cerró los ojos y volvió a volar, lejos, lejos, perdido en sueños fantásticos, sucumbiendo a los seductores encantos de morfeo, confiado siempre de que su pequeño reloj despertador será lo suficientemente potente para traerlo de vuelta al mundo de oficina.