miércoles, 21 de noviembre de 2012

Detras del Cesto

De aquel recóndito lugar se han escuchado historias increíbles de disparatada imaginación, y sin embargo nadie sabe con certeza lo que realmente sucede ahí. Oscuro, inhóspito; hay quien dice que pequeños duendes provenientes de aquel lóbrego recinto invaden nuestros sacros aposentos y roban a nosotros los humanos tan intimas posesiones que ni siquiera estamos dispuestos a revelar lo que nos ha sido hurtado.

Yo mismo jamás he visto uno, mas puedo imaginarlo: demoniacas criaturas, sombrías alimañas de dientes largos que sobresalen de sus bocas esbozando una burlona sonrisa, narices amplias que capturan el más lejano y tenue olor de sus ansiados trofeos, protuberantes ojos de perturbada mirada que ni el hombre más fuerte de mundo soportaría mirar por más de un par de segundos, execrables entes amantes de lo ajeno; desde aquí os digo que os aborrezco desde el fondo de mi alma.

Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo...una a una ordeno mis calcetas marcadas cada cual con el lado que les corresponde; calzoncillos, camisas, camisolas, blanco, negro, azul, tiene todo un orden, una razón de ser, nada debe faltar.

Y así, a la mañana siguiente, después del reconfortante baño de esponja, al acercarme al cajón descubro que mi ropa interior no está completa, puedo verlo claramente, el calcetín negro izquierdo del sábado simple y sencillamente ha desaparecido. ¡Imposible! -exclamo al viento al tiempo que doy un golpe a puño cerrado sobre la cubierta del buro....

....Esto no puede continuar así, ¡esto se acabo! -continuo hablando al aire, esperando que las desgraciadas sabandijas me estén escuchando. Tomo el primer objeto de aristas afiladas que encuentro a mi paso, me dirijo hacia aquel lugar, estoy decidido. Se bien que si no hago algo al respecto pronto me veré vagando por las calles ausente de prendas intimas que me protejan de las inclemencias del tiempo. Estoy decidido a recuperar todo lo perdido a como dé lugar.

Me acerco cada vez más, por fuera parece inofensivo, un simple cesto de ropa sucia. De pronto vienen a mi mente imágenes de lo que podría encontrar ahí detrás, tal vez sea horripilante, no lo sé, tal vez me encuentre con una inmensa pradera de calcetines, calzones y camisetas que en tiempos pasados di por perdidos...tal vez nunca jamás regrese.

Aquí voy...deséenme suerte. Adiós.

martes, 17 de abril de 2012

COACHELLA 2012


Cierra los ojos, respira, escucha, siente; son los mismos aires y los mismos sonidos que otras ochenta mil personas junto a ti, respiran, escuchan, sienten.

Ochenta mil corazones que al son de la musica marcan el latido del mundo con su pie derecho. Que mas alla de cualquier religion, cualquier raza, cualquier genero, son parte de UNO. Y enmedio estas tu, y esa persona que esta al lado tuyo, que sin conocerte tal vez solo por hoy sea el amor de tu vida, o tu mejor amigo, o simplemente alguien que te extiende la mano, te da una sonrisa y quizas un cigarro. Y tal vez por lo menos una de ellas sea de esas personas que nunca se olvidan.

lunes, 26 de marzo de 2012

Diestra y Siniestra

Vaya extraña noche la de anoche. Dormía, de la manera que siempre lo hago, boca abajo, de piernas cruzadas en forma de flor de loto, mano izquierda debajo de la almohada; y si el nivel de relajación lo ameritaba, boca abierta y si, lo acepto, algo de baba. No es una posición muy ortodoxa para dormir; una extraña habilidad la llaman algunos.

Mi habitación es particularmente oscura ya que debido a ciertos altercados que he tenido con el Señor Sol que ha venido a tomar como costumbre el escabullirse todas las mañanas por entre las persianas y restregarme en la cara que ya es muy tarde para estar dormido, decidí identificar al susodicho señor como persona non grata y clausurar de manera indefinida su entrada a mis aposentos.

En fin, dormía. Cuando de pronto una mano extraña me arrebato de mi quinto sueño y desperté en un tempestuoso forcejeo. Luchando por mi vida trataba de quitarme de encima esa mano que me presionaba la cara contra la almohada, me jalaba del cabello, me aplastaba la nariz, empujaba mis orejas, rasguñaba mis mejillas, hasta que asesté un golpe certero que le alejó de mi y pude levantarme.

Con la respiración visiblemente agitada y el rostro desaliñado quede sentado sobre el colchón, escuchando nada más que el silencio, volteé para todos lados buscando al asesino, y nada. Era solo yo quien estaba en esa habitación, y nadie más. Volví a recostarme.

En eso escuche de nuevo que algo se movía y sin pensarlo, en una maniobra casi acrobática lancé un veloz manotazo con el que alcance a asirle de la mano al tiempo que de una patada alcanzaba el interruptor de luz iluminando la habitación, y finalmente lo vi todo. Ahí estaba yo, tirado con medio cuerpo fuera de la cama, sosteniendo mi propia mano derecha. Y de nuevo el silencio.

Totalmente desconcertado pasé 53 segundos viendo fijamente mi mano derecha, cómo esta se retorcía tratando de librarse de la manita de cochi que, por más estúpido que parezca, mi mano izquierda audazmente le aplicaba, hasta que la derecha cedió. Entonces la solté.

-Me voy -Dijo.

 Mi cara de desconcierto se hizo aún más evidente y dije:

- ¿Queee?

- ¡Que me voy! ¡Tienes dos meses sin usarme! Esta no es vida para una mano derecha – continuó-  humillada por una mano izquierda que ahora hace alarde de sus grandes habilidades y de la facilidad con que se ha encargado de mis labores. Aprovecho ahora que ya no hay hueso de por medio que nos una y tomo mi independencia...tu ya tienes quien te revuelva el chocomilk.

Y con esas últimas palabras, se fue. Dejó escrito en una carta que se iría al Timbuktu a tocar los bongos y beber cerveza en el Bar de la vieja tribu....Yo sigo pensando que tarde o temprano regresará.


Esta historia fue escrita y es idea original de mi mano izquierda.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Aire de Montaña



En la caricia del viento
escucho el susurro, el silencio,
escucho la libertad, la adrenalina.
Somos tu y yo nadamas, y el viento
Y sabes bien que estoy a tu merced
me deslizo en tus caprichos
esquivo tus respingos.
Y si caigo, soy de ti.
Y es de mi el volverme a levantar y volverte a recorrer.