Yo mismo jamás he visto uno, mas puedo imaginarlo: demoniacas criaturas, sombrías alimañas de dientes largos que sobresalen de sus bocas esbozando una burlona sonrisa, narices amplias que capturan el más lejano y tenue olor de sus ansiados trofeos, protuberantes ojos de perturbada mirada que ni el hombre más fuerte de mundo soportaría mirar por más de un par de segundos, execrables entes amantes de lo ajeno; desde aquí os digo que os aborrezco desde el fondo de mi alma.
Derecho, izquierdo, derecho, izquierdo, derecho, izquierdo...una a una ordeno mis calcetas marcadas cada cual con el lado que les corresponde; calzoncillos, camisas, camisolas, blanco, negro, azul, tiene todo un orden, una razón de ser, nada debe faltar.
Y así, a la mañana siguiente, después del reconfortante baño de esponja, al acercarme al cajón descubro que mi ropa interior no está completa, puedo verlo claramente, el calcetín negro izquierdo del sábado simple y sencillamente ha desaparecido. ¡Imposible! -exclamo al viento al tiempo que doy un golpe a puño cerrado sobre la cubierta del buro....
....Esto no puede continuar así, ¡esto se acabo! -continuo hablando al aire, esperando que las desgraciadas sabandijas me estén escuchando. Tomo el primer objeto de aristas afiladas que encuentro a mi paso, me dirijo hacia aquel lugar, estoy decidido. Se bien que si no hago algo al respecto pronto me veré vagando por las calles ausente de prendas intimas que me protejan de las inclemencias del tiempo. Estoy decidido a recuperar todo lo perdido a como dé lugar.
Me acerco cada vez más, por fuera parece inofensivo, un simple cesto de ropa sucia. De pronto vienen a mi mente imágenes de lo que podría encontrar ahí detrás, tal vez sea horripilante, no lo sé, tal vez me encuentre con una inmensa pradera de calcetines, calzones y camisetas que en tiempos pasados di por perdidos...tal vez nunca jamás regrese.
Aquí voy...deséenme suerte. Adiós.
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