miércoles, 22 de octubre de 2014

El Estudiante

Una avalancha de palabras rimbombantes
creadas para solucionar los problemas del mundo,
términos ingenieriles de alto nivel,
intentan entrar en mi cabeza de un solo golpe.

Como haciendo la maleta para un largo viaje:

Te aseguras de llevar todo aquello que tenga la mínima posibilidad de serte útil.

Intentas cerrar esa maleta,

es imposible.

Se sale un calcetín por aquí;

el cepillo de dientes por allá.

Te sientas en sobre la valija para forzar la cremallera
hasta que finalmente después de un forcejeo violento,
una dura lucha en la que por momentos fuiste tu quien se encontraba debajo de ella
por obra del espíritu santo los objetos se acomodan
y logras dar el ultimo jalón.....zzzzip!!click!


...donde quedaron las llaves del coche?


miércoles, 27 de agosto de 2014

Mi Conocida

Mujer bonita de tiempos escasos,
de días fabulosos y danzas de colores brillantes.
Mi breve amiga de corazón en mano
y garras de filo mortal.

Ella fue mi fugaz aventura de risas,
cómplice de una noche tranquila de bailes sensuales, 
leyendas de besos fallidos al aire
y de copas que chocan brindando a futuro.

La conocí aquel día del mes que ya no recuerdo
en una plática tendida que se ha llevado el viento,
no recuerdo tampoco su voz pero la invento.
Ha pasado ya tanto tiempo.

Ella es ahora mi amiga que no conozco
de fotos que no son mías, de viajes en que no estuve,
y tal vez un día el viento la traiga de vuelta,
en una noche tranquila de luna llena, 
es por eso que siempre dejo la ventana abierta.





martes, 25 de febrero de 2014

Itinerario de Vuelo

Ayer desperté creyendo que podía volar. Es más, tenía la certeza. Fue uno de esos días en que despiertas y te sientes tan ligero, agitas los brazos, agitas las piernas y las sientes diferente; ligeros, flexibles, pero fuertes a la vez.

Aún así no le hice caso, claro, sería estúpido creerlo de verdad. Continué mi rutina esperando que la extraña sensación desapareciera pero llego la tarde y no fue así, al contrario, la sensación de que podía volar era aún más fuerte. Casi sentía que de un buen salto podría despegarme de la tierra tan alto como el más grande de los árboles conocidos por el hombre. Ni siquiera sé cuánto mide uno de esos árboles, pero de que podía volar alto, podía.

Salí de la oficina y caminé hacia mi coche decidido a terminar con esta situación de una vez por todas; estaba convencido de que podía volar. Si cualquiera me lo hubiera preguntado en ese momento le hubiera contestado con un SI rotundo y sin más hubiera zarpado en vuelo. Deje mi maletín junto a mi coche, apreté bien las agujetas de mis zapatos (no quisiera perderlos en el espacio aéreo), me puse mi chamarra porque se bien que las temperaturas en la estratosfera son muchísimo muy frías, y por último tome un trago de agua de mi cantimplora (siempre cargo una en mi coche).

Justo a tiempo me percaté de que no tenía la menor idea de cómo debía emprender el vuelo. Supuse que era necesario correr para tomar algo de velocidad, los aviones lo hacen. Así que corrí a máxima velocidad; corrí por 50 metros y pensé, no es suficiente; corrí por otros 200 metros y pensé, espero que sea suficiente, porque no puedo más (mi condición física no es la óptima). En el instante abrí los brazos en forma de alerones (no me pregunten porque), y de un salto tome altitud con la cara al viento, eleve los pies hacia atrás y los cruce (como guardando el tren de aterrizaje); estaba volando. En mi rostro se dibujó una placentera sonrisa, por mi cuerpo corrió la adrenalina como pólvora que se enciende, en mi pecho sentía la libertad, las famosas mariposas; y cerré los ojos. 

No sé, creo que fueron más de cinco minutos los que permanecí en el aire, surcando el espacio, los cinco minutos más maravillosos de mi vida. De pronto dos ligeros golpes de suave vegetación impactaron mi cara y provocaron la curiosidad de mis ojos, por lo que levanté los párpados para encontrarme a pocos centímetros del pasto. No alcance a gritar cuando mi rostro se impactó estrepitosamente con el suelo, primero mi frente y mi ojo y después mi mejilla, para rematar con el resto de mi cuerpo mientras mis brazos aún se hallaban abiertos en todo su esplendor. Después me arrastre por césped por más de 4 metros.

Permanecí unos segundos en el suelo disimulando gemidos de dolor y me levanté lo más rápido que pude. Ya de pie me quede pensando, decepcionado dije - Bah! Aterrizaje forzoso, debo aprender a aterrizar; por lo demás, creo que ha sido un excelente vuelo.

No creo que lo vuelva a intentar, al menos no hasta que olvide lo doloroso que es el aterrizaje. Camine hacia mi coche esperando que nadie me hubiera visto, no quisiera que mi capacidad para volar recién encontrada fuera descubierta.